Querido Padre Celestial,

Alabanza

Más de 600 años habían pasado desde que pasaste delante de Moisés y anunciaste Tu Nombre (Ex 34:6), Joel proclamó: “… al Señor su Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal.” (Joel 2:13). ¡Te alabo hoy por ser el mismo ayer, hoy y para siempre (He 13:8)! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste sobre el derrocamiento de Atalía. Cuando Jehú mató a Ocozías, Atalía (madre de Ocozías e hija de Acab) usurpó el trono. Mató a toda la descendencia real de la casa de Judá y se estableció como reina del país. Solo un hijo de Ocozías, llamado Joás, escapó de la exterminación de Atalía. Joás estuvo escondido seis años en la casa de Dios, mientras que Atalía reinaba en el país. Cuando Joás tenía siete años, Joiada el sacerdote llamó a todos los capitanes de centenas y de la guardia, a los Levitas, y a los ancianos de Judá, y les mostró al hijo del rey, Joás. Juntos quitaron a Atalía del trono y restauraron el rey al trono. Joiada es un ejemplo de valentía y sabiduría. Estuvo dispuesto a arriesgar su vida para hacer lo que era correcto, pero esperó en Ti para el debido tiempo de tomar acción. Esto me demuestra la importancia de una planificación cuidadosa cuando uno se enfrenta con el mal. También, me hablaste de la profecía de Joel a Judá. La tierra de Judá había caído víctima de una devastación de la tierra por la langosta. Joel entendió que la invasión prefiguraba la venida del Señor, refiriéndose al tiempo en el cual Tu ira caería sobre los impíos y del regreso de Jesucristo a la tierra. Joel invitó al pueblo a que se arrepintiera. Si lo hiciera, tal vez Dios se arrepentiría y le “dej[aría] tras sí bendición” (Joel 2:12–14). Esto me enseña que Tu juicio puede ser transformado en salvación cuando uno acepta la gracia que ofreces y regresa a Ti con un corazón rasgado y no solamente con vestidos rasgados.

Reflexión

El pecado pervierte nuestro sentido moral y nos ciega para no ver nuestra condición verdadera. Así fue con Judá, la paz y la prosperidad dieron lugar al orgullo y a la complacencia (Joel 1:5). Qué tragedia, que muchas veces tienes que permitir desastre en nuestras vidas con el fin de que despertemos de nuestra condición espiritual.

Petición

Padre, ayúdame a siempre estar atento al peligro del pecado. Qué mis ojos siempre estén puestos en Ti y que mi corazón esté firmemente comprometido a obedecer Tu voz.

Agradecimiento

Pablo reconoció una gloriosa verdad en el libro de Joel: Tú eres el Dios del judío y del griego y Tú salvas a todos los que invocan Tu nombre (Ro 10:12–13). ¡Gracias por la riqueza de Tu gracia!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Joel 2:32.