Querido Padre Celestial,

Alabanza

Digo junto con Salomón: “Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito sea Su glorioso nombre para siempre, sea llena de Su gloria toda la tierra. Amén y amén” (Sal 72:18–19).

Hoy en Tu Palabra

Hoy me compartiste la conclusión de la canción del amor escrita por Salomón. Al concluirla, la mujer reflexionó sobre su juventud, cuando estaba bajo el cuidado de sus hermanos. Ellos se preguntaban cómo prepararla para el matrimonio, y decidieron que si ella fuera virgen, manteniéndose firme como una muralla contra las tentaciones sexuales, la alabarían. Pero si ella fuera promiscua, como una puerta, ellos tomarían medidas para detenerla. En Cantares 8:10, ella dice que era virgen, encontrando gracia ante los ojos de Salomón. Esto me enseña sobre la importancia de la pureza moral antes del matrimonio—si respeto los límites puestos por Dios en el área del sexo, disfrutaré los resultados de ese compromiso en una relación generosa de amor. También me contaste dos de los salmos de alabanza escritos por Salomón. El primero, el salmo 72, es la oración personal de Salomón en que pide Tu bendición y Tu ayuda para ser un rey justo. El segundo, el salmo 127, habla de tres preocupaciones comunes—edificar, estar seguro, y criar una familia. Salomón me recuerda que debo confiarte estos esfuerzos, porque sin Tu bendición, ninguno de ellos permanecerá.

Reflexión

“Que no despertarán ni levantarán a mi amor, hasta que quiera” (Cnt 8:4b). Con frecuencia, se desarrollan relaciones íntimas basadas solo en las emociones de un momento. Pero las emociones no son suficientes para ser la base de una relación permanente. Este versículo me advierte que yo no despierte la pasión del amor antes de que yo sepa con certeza que la relación es digna de un compromiso vitalicio.

Petición

Padre, si Tú no edificas la casa, en vano trabajan los que la edifican (Sal 127:1). Pido que me ayudes a vivir de tal manera que puedas bendecir la obra de mis manos.

Agradecimiento

Gracias por la bendición de la paternidad: “Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre” (Sal 127:3). ¡Que mis hijos siempre Te sirvan!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Salmo 72:17.