Querido Padre Celestial,

Alabanza

La sabiduría de Salomón conmovió tanto a la reina de Sabá que ella exclamó: “¡Bendito sea el Señor su Dios que se agradó de usted para ponerle sobre el trono de Israel!” (1 R 10:9). Ella reconoció que Tú eras la verdadera fuente de la grandeza de Salomón, e hizo que ella alabara Tu Nombre. Junto con ella, Te exalto hoy— ¡eres grande y muy digno de ser alabado!

Hoy en Tu Palabra

HHoy me hablaste del poder, de las riquezas y de la sabiduría de Salomón—el rey más grande de Israel. Incluso Jesús referiría muchos años después a “Salomón en toda su gloria” (Mt 6:29). Reinó sobre todos los reyes desde el rio Eufrates hasta la frontera egipcia. Pagaron tributo a Salomón y lo sirvieron todos los días de su vida. Salomón hizo la plata y el oro tan común como las piedras, y los cedros tan abundantes como los sicómoros. Su sabiduría y su conocimiento se volvieron legendarios, y su fama se difundió por toda la tierra. Otros reyes querían estar en su presencia, y anhelaban escuchar la sabiduría que Tú le habías dado. La reina de Sabá, al no creer los informes increíbles de la fama de Salomón, vino a probarlo con preguntas difíciles. “Y Salomón contestó todas sus preguntas; no hubo nada tan difícil que el rey no pudiera explicárselo” (1 R 10:3). Ella se maravilló al ver su reino e incluso tenía envidia de sus siervos—ellos tenían el privilegio de estar en su presencia diariamente y escuchar su sabiduría. ¡Ojalá que yo pudiera estar en su presencia también! Pero al pensar eso, me doy cuenta de que tengo el privilegio de escuchar Tu sabiduría diariamente. La sabiduría de Salomón venía de Ti, y la compartió con el pueblo. Cuánto más bendecido estoy yo al tener Tu Palabra (la mente misma de Dios) y la Presencia preciosa de Tu Espíritu Santo que me guía. ¡Qué yo siempre valore las inescrutables riquezas que tengo en Jesucristo!

Reflexión

Salomón siguió cuidadosamente Tus instrucciones para edificar el templo (2 Cr 8:13–15), pero no obedeció lo que mandaste sobre no tener muchos caballos (v. 2 Cr 9:25 con Dt 17:16). ¿Estoy obedeciéndote en la mayor parte de las áreas de mi vida, mientras que sigo haciendo algún pecado pequeño que me gusta?

Petición

Padre, ayúdame a ser obediente a Ti en cada área de mi vida, especialmente en mis relaciones con otros. Capacítame para ganar la victoria sobre el pecado—no dejes que el pecado se arraigue en mi corazón.

Agradecimiento

Gracias por la sabiduría profunda que me das en Tu Palabra. ¡Tengo el gran privilegio de poder estar en Tu presencia y escuchar Tu sabiduría!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Crónicas 8:11.