Querido Padre Celestial,

Alabanza

Los hijos de Coré cantaron: “Batan palmas, pueblos todos; aclamen a Dios con voz de júbilo. Porque el Señor, el Altísimo, es digno de ser temido; Rey grande es sobre toda la tierra. Canten alabanzas a Dios, canten alabanzas; canten alabanzas a nuestro Rey, canten alabanzas. Porque Dios es Rey de toda la tierra; canten alabanzas con armonioso salmo (Sal 47:1–2, 6–7). Te alabo hoy, y exalto Tu nombre. ¡Grande eres Tú, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me contaste algunos de los salmos de los hijos de Coré. Esta familia levita descendiente del líder rebelde Coré, cuyos hijos, para mi gran beneficio, no murieron junto con su padre en su rebelión contra Ti (Nm 26:10ff.). Algunos miembros de su familia se hicieron porteros y guardianes del templo (1 Cr 9:17ff.; v. Sal 84:1, 10), mientras que otros eran cantores y músicos en el coro fundado por Hemán en el reinado de David. El salmo 45 es un himno que celebra una boda real—como dice el título, es una “canción de amor”. También es un salmo mesiánico, y celebra la unión venidera de Jesucristo y Su novia, la iglesia (v. Ef 5:23ff.). El salmo comienza dirigiéndose al “rey”, y Lo alaba por Su esplendor y Su majestad. Pero no habla de un rey humano—este Rey se llama “Dios” en v. 6, y es claro que el escritor hablaba del Mesías, el Rey de reyes, y el Señor de señores. Este salmo, junto con el salmo 110, claramente describe al Mesías como divino—Su trono es “eterno y para siempre” y Su cetro es “un cetro de equidad”. Jesús amó la justicia y aborreció la iniquidad—“Por tanto Dios, Tu Dios, Te ha ungido con óleo de alegría más que a Tus compañeros” (Sal 45:6–7). El autor de Hebreos, guiado por el Espíritu Santo, citó estos versículos como parte de su argumento sobre la superioridad del Hijo sobre los ángeles (He 1:8–9). El salmo sigue describiendo las bodas del Rey—Su novia será llevada a Él en vestido radiante, y entrará en Su palacio con alegría y regocijo. Qué imagen maravillosa de las bodas gloriosas del Cordero. Más que nada, quiero estar allá en ese momento— ¡Aleluya!

Reflexión

Los hijos de Coré dijeron: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal 46:1 RVR60). Si verdaderamente lo creo, elegiré “no temer” (Sal 46:2) Aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, confiaré en el Señor de los ejércitos.

Petición

Padre, otórgame un nuevo vistazo de Tu majestad y Tu poder. Cuanto más Te conozco, más confío en Tu mano protectora.

Agradecimiento

Gracias por ser mi Roca y mi Refugio. Cuando se turba mi alma, me acordaré de Ti y esperaré en Ti, ¡porque eres mi salvación y mi fortaleza! (Sal 42:6, 11).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Salmo 45:7.