Querido Padre Celestial,

Alabanza

“Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré Tu nombre eternamente y para siempre. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras. La alabanza de Jehová proclamará mi boca; y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.” (Sal 145:1–21 RVR60). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me contaste sobre los salmos finales de David. El salmo 145 es literalmente un alfabeto de alabanza. Es el último salmo davídico del salterio y el último de sus cinco salmos acrósticos. En este salmo, David canta las alabanzas del Rey: Tu grandeza es inescrutable (v. 3), Tus hechos poderosos son muchos (v. 4), el glorioso esplendor de Tu majestad es digno de mi meditación (v. 5), eres bueno y justo (v. 7), eres clemente, compasivo, grande en Tu misericordia (v. 8–9), Tu Reino nunca tendrá fin (v. 13), provees mis necesidades diarias (vv. 15–16), eres justo y bondadoso en todos Tus caminos (v. 17), estás cerca de todos los que Te invocan (v. 18), cumples el deseo de los que Te temen (v. 19), y escuchas mi clamor y me salvas de mi angustia (v. 19–20). No puedo hacer menos que unirme con David en su entusiasmo por Tu gloria. ¡Eres Rey de reyes y Señor de señores! Eres el manantial de la sabiduría y la puerta que nos conduce a la libertad. Tus promesas nunca fallan, Tu luz nunca se extingue, Tu bondad nunca cesa, Tu misericordia nunca tiene fin, Tu amor nunca disminuye, Tu Palabra nunca cambia, Tu paciencia nunca se cansa, ¡y Tu paz nunca se desvanece! ¡Aleluya!

Reflexión

David sabiamente reconoció el beneficio de ser corregido por otro creyente: “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos” (Sal 141:5). ¿Doy la bienvenida a las críticas de los santos y acepto con un espíritu humilde los reproches de un amigo?

Petición

Padre, “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma. Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Sal 143:8–10).

Agradecimiento

Gracias por condescender al considerarme, un mero soplo, una sombra que pasa. Has extendido Tu mano desde los cielos para librarme de las cadenas del pecado. ¡Que toda la gloria, honra y majestad sean para Ti, ¡mi Roca y mi Redentor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Salmo 145:18.