Querido Padre Celestial,

Alabanza

Cuando David dijo: “Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores” (Sal 35:2–3 RVR60), Te imaginó como un guerrero vistiéndose para la batalla. Te alabo hoy como el Guerrero-Dios, ¡el Dios que toma la espada para luchar contra mis enemigos! Diré continuamente: “Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo” (Sal 35:27 RVR60). ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me contaste más acerca de los salmos de David. El salmo 31 era el salmo favorito de varios personajes bíblicos: la oración de Jonás refiere a ello (Jon 2:8), Jeremías lo mencionó (Jer 20:10), y las palabras finales de Jesucristo lo repitieron—“En Tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:46). Este salmo de fe es un mensaje de aliento para mí cuando estoy herido y maltratado por las tempestades de la vida. Me llama a ser valiente, y tomar aliento del ejemplo de David y de lo que experimentó. David halló en Ti un refugio en tiempo de tribulación, y me insta que yo ponga mi confianza en Ti. Me regocijo y digo: “Cuán grande es Tu bondad, que has guardado para los que Te temen” (Sal 31:19a). El salmo 37 es un bálsamo para quienquiera que esté frustrado o desalentado por la prosperidad de los malvados. “No te impacientes a causa de los malignos,”, dijiste, “Florecen por un momento, pero la hora de justicia viene. Se marchitarán rápidamente como la hierba verde, los buscarás, pero no estarán allí, sus espadas les atravesarán sus propios corazones, serán completamente eliminados, y su descendencia será exterminada. En lugar de tener envidia de los malvados, voy a decirte lo que quiero que hagas: confía en Mí y haz el bien, pon tu delicia en Mí y te daré las peticiones de tu corazón, encomienda a Mí tu camino y Yo actuaré por ti. Si me esperas, hare resplandecer tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía. Te exaltaré y te daré la tierra, ¡y habitarás en paz para siempre!”

Reflexión

¿Cómo respondo yo cuando alguien “me aborrece sin causa” (Sal 35:19)? ¿Exploto de ira y venganza, o pido que Tu luches la batalla por mí?

Petición

Padre, combate con los que me combaten y que sean humillados los que traman el mal contra mí. “Entonces mi alma se alegrará en Jehová; ¡se regocijará en su salvación!” (Sal 35:9 RV60).

Agradecimiento

¡Cuán preciosa, oh Dios, es Tu misericordia! Porque Tú eres el manantial de la vida; y la luz por la cual yo veo (Sal 36:7, 9). ¡Te alabo, Señor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Salmo 37:16.