Querido Padre Celestial,

Alabanza

Cuando Gad se encaró con David, el rey dijo: “Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres” (1 Cr 21:13). Qué maravilloso es saber que aun cuando me estás castigando por mi pecado, puedo arrojarme sobre Tus misericordias y Tus piedades. Eres un Dios misericordioso y desistes de causar desastres. ¡Te adoro hoy, y alabo Tu Nombre!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el censo de Israel ordenado por David. Comenzaste por decir que Tu ira “se encendió contra Israel,” que me dice que ya había ‘anatema en el campamento’ (v. Jos 7:1, 11; Jue 2:11–14). Cuando pecamos, damos lugar al diablo, y Tú dejaste que Satanás incitara a David para hacer censo del pueblo (1 Cr 21:1). Aunque no es claro por qué el censo fue pecaminoso (es probable que fuera una violación de Nm 1:49 y Ex 30:12), hiciste que David supiera que lo que él estaba a punto de hacer era pecado (1 Cr 21:3). Esto me enseña que aun cuando mi propia soberbia y terquedad hacen que yo me rebele contra Ti, eres fiel al advertirme que me aleje del camino del pecado. La palabra de David prevaleció sobre la de Joab y de los comandantes de los ejércitos, y Joab pasó los nueve meses siguientes haciendo el censo del pueblo (pero se negó a censar las tribus de Leví y Benjamín). Cuando el censo terminó, Tú estabas enojado e heriste a Israel (1 Cr 21:7). David se dio cuenta de que había pecado, y él lo confesó y se arrepintió. Esto me enseña que el arrepentimiento es siempre el mejor paso primero—nunca debo encubrir mi pecado o tratar de mejorar la situación en mi propia fuerza. Enviaste a Gad el profeta para darle a David Tus opciones para el castigo de Israel, y en sabiduría, David se arrojó en Tu misericordia. Hiciste que Tu ángel no destruyera Jerusalén, y David edificó un altar dónde el ángel estaba de pie. Respondiste con fuego del cielo expresando Tu perdón y aprobación, y David decidió edificar el templo sobre ese lugar.

Reflexión

Cuando David se dio cuenta de que había pecado, aceptó completamente la responsabilidad, admitió que no tenía razón, y pidió Tu perdón. ¿Acepto yo toda la responsabilidad por mis pecados o me encuentro dando excusas por mis acciones? El camino hacia la paz se hace de las piedras de la humildad y el arrepentimiento.

Petición

Padre, Te pido primero que me guardes del pecado, pero si yo peco, dame el coraje para confesar mi pecado y doblar las rodillas delante de Ti en arrepentimiento sincero.

Agradecimiento

Gracias por ser un Dios que desiste del castigo ante la calamidad humana y dice “Ya basta” (2 S 24:16). Yo quiero que mi corazón sea un templo en que Tu presencia siempre sea bienvenida y honrada.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Crónicas 22:13.