Querido Padre Celestial,

Alabanza

Después de confesar su pecado y pedir Tu perdón, David dijo: “Alégrense en el Señor y regocíjense, justos; den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón” (Sal 32:11). Qué maravilloso es servir a un Dios que me impulsa a venir a Él en arrepentimiento y que se deleita en perdonarme y restaurarme. Te alabo hoy como el Dios que me perdona, ¡y me regocijo en mi alabanza para Ti! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo Natán el profeta amonestó a David por su pecado. La historia comienza con las palabras: “Entonces el Señor envió a Natán a David” (2 S 12:1a). Estas son palabras de gracia, porque nos buscas cuando nos desviamos de Ti. ¡Cuán agradecido estoy por la gracia que me persigue aun en mi pecado! Natán vino a David con tacto y sabiduría, y el método que usó es un ejemplo excelente de cómo reprender a alguien en autoridad. Su historia caló hondo en el corazón de David, porque cuando vemos nuestro pecado desde Tu perspectiva, nos damos cuenta de cuán retorcido y abominable es nuestro egocentrismo. ¡Ojalá que yo siempre tenga ojos para ver la fealdad verdadera del pecado! A diferencia de Saúl, David se arrepintió en una sincera angustia. Su oración en el Salmo 51 es un ejemplo del tipo de actitud que Te gusta ver en los que han pecado contra Ti. Perdonaste a David y restauraste su relación contigo, pero no eres burlado—porque cosecharemos lo que hemos sembrado. David sembró adulterio y homicidio en secreto, y cosecharía lo mismo “delante de todo Israel” (2 S 12:12). Esto me enseña que no puedo escapar de las consecuencias de mis acciones—me afectarán no solo a mí, sino también a los que están bajo mi autoridad. ¡Razón de más para decir “¡No!” a la tentación!

Reflexión

David pasó toda la semana ayunando, orando, y postrándose en el suelo, rogándote que salvaras la vida del niño. Pero cuando el niño murió, “se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de ropa; entró en la casa del Señor y adoró” (2 S 12:20). ¿Acepto Tu respuesta de “No” a mis oraciones con un espíritu humilde y reverente? ¿Vengo para adorarte incluso cuando no recibo lo que quiero?

Petición

Padre, quiero someterme a Tu voluntad y honrar Tu Nombre. Ayúdame, en cualquier circunstancia a doblar las rodillas delante de Ti en humildad y decir: “¡Bendito sea el Nombre del Señor!”

Agradecimiento

Gracias por Tu gracia que has derramado sobre mi vida. ¡Estoy tan agradecido que “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn 1:9 RVR60)!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Samuel 12:23.