Querido Padre Celestial,

Alabanza

No es placentero mirar a Saúl cuando cae a tierra aterrorizado al oír las palabras de Samuel, pero el hecho de que Tú permitiste que Samuel hablara a Saúl fue una gran misericordia. Me enseña que no quieres que nadie perezca, e incluso al final de la vida, estás extendiendo Tu mano a los pecadores, llamándolos al arrepentimiento (v. 1 R 22:13–23). ¡Te alabo por Tu misericordia y gracia! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo David otra vez buscó refugio con los filisteos. La primera vez que David huyó a Gat, llegó solo y armado, y Aquis, quien probablemente sabía poco o nada sobre el deseo de Saúl para matarlo, se sintió amenazado. Esta vez, David entró en Gat como un proscrito infame, un aspirante al trono de Israel que Saúl temía tanto que vez tras vez lo había perseguido con miles de los mejores soldados del su ejército. Aquis dio la bienvenida a David, le dio Ziklag como una base de operaciones y se regocijó al ver a David atacando varias ciudades en Judá (o eso creyó él). David desempeñó su papel de una manera tan convincente que Aquis lo invitó a unirse con los filisteos para su última batalla contra Saúl. Solo la desconfianza de los otros comandantes en la lealtad de David lo rescató de una situación difícil. Cuando Saúl se enteró de qué grande era el ejército filisteo, se desesperó. Buscó Tu consejo y dirección, pero no le respondiste. Saúl aprendió con horror que “Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos” (Pr 15:29). En su desesperación, buscó a una adivina que podía evocar a Samuel de la muerte. Este pecado demuestra aún más que no iba a arrepentirse, y Samuel, que permitiste que hablara con Saúl, le dijo que muy pronto Saúl mismo y sus hijos estarían muertos. Saúl pudiera haberse arrepentido en ese momento, pero en lugar de eso, afirmó lo que Jesús incluyó en una parábola muchos años después: “Tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos” (Lc 16:31). ¡Cuán trágico que Saúl desaprovechó esta preciosa oportunidad final que le diste para humillarse ante Ti!

Reflexión

Saúl le dijo a Samuel: “Dios se ha apartado de mí, y no me responde más”, pero Saúl no era víctima de algún capricho divino—Samuel le aclaró a Saúl que primero él, mucho antes, se hubo apartado de Ti. Los que se rehúsan a hacer lo que saben es lo correcto, no deberían sorprenderse cuando Te niegas a darles más dirección.

Petición

Padre, guárdame del destino terrible de Saúl. Mantén mi corazón quebrantado y contrito delante de Ti, y ayúdame a resistir las tentaciones del enemigo!

Agradecimiento

Gracias por ser “misericordioso…y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia”. Decides no derramar el desastre sobre nosotros cuando nos volvemos a Ti (Jl 2:12–14). ¡Te alabo, Señor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Samuel 28:18.