Querido Padre Celestial,

Alabanza

Cuando Abigail suplicó que David perdonara la insensatez de su esposo, David dijo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a encontrarme” (1 S 25:32). David percibió Tu mano en las acciones de Abigail, y estaba muy agradecido a Ti por haberle impedido sus esfuerzos para vengarse. ¡Que maravilloso es servir a un Dios que hace todo lo posible para protegerme del pecado! Te alabo, Señor, ¡y bendigo Tu Nombre!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo David le perdonó la vida a Saúl dos veces, y cómo conoció a Abigail y luego se casó con ella. Saúl estaba buscando a David en el desierto de En Gadi, y Saúl entró en una cueva para hacer sus necesidades. Poco se imaginaba que David y sus hombres estaban en los rincones de la cueva. David tuvo en ese momento una oportunidad para matar a Saúl, y sus hombres quisieron que lo hiciera. En lugar de eso, cortó un poco de la orilla del manto de Saúl. Pero incluso esa acción le remordió la conciencia, porque el manto de Saúl era símbolo de su posición como rey, y al cortarlo, estaba rebelándose en cierto sentido contra la autoridad de Saúl. David permitió que Saúl saliera y juró que no mataría a los descendientes de Saúl. Esto me enseña que nunca debo extender mi mano contra los que Tú has puesto en autoridad sobre mi vida. En cambio, debo pagar bien por mal y someterme a su liderazgo—porque cuando me someto a su autoridad, al mismo tiempo, estoy sometiéndome a Tu autoridad. Poco después, David tuvo otra oportunidad para vengarse de alguien que le había pagado mal por bien. Nabal, cuyos pastores y rebaños David había protegido, rehusó de forma grosera la petición de David que les diera de comer a sus hombres. La actitud de desdén de Nabal enfadó tanto a David que juró matar a toda persona en su casa. Cuando Abigail se enteró de que la necedad de su esposo había puesto a todos en peligro, intercedió rápidamente ante David por su esposo. David bendijo a Abigail por su sabiduría y desistió de su misión sangrienta. Otra vez, esto me enseña la importancia de no vengarme de mis enemigos. También, me muestra cómo el amor puede cubrir una multitud de pecados.

Reflexión

Tú ungiste a David como rey de Israel, pero él se negó a llegar a ser rey por matar a Saúl. Esto me enseña que los medios que uso para alcanzar una meta Te importan tanto a Ti como la meta que intento alcanzar. ¿Tengo cuidado de mantener tranquila mi conciencia mientras trabajo para cumplir Tu voluntad?

Petición

Padre, dame el coraje y la humildad que necesito para aceptar las ofensas y los insultos de otros y pagar bien por mal. Ayúdame a “amontonar ascuas sobre su cabeza” (Pr 25:21–22).

Agradecimiento

Gracias por el ejemplo de David, alguien que decidió someterse a Tu voluntad en lugar de vengarse de Saúl. Me propongo imitar su actitud y someterme a mis autoridades.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Samuel 26:9.