Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy, porque eres un Dios que perdona a los que vienen a Ti verdaderamente arrepentidos. Los israelitas quitaron a los Baales y a Astarot, y se humillaron ante Ti en Mizpa. Tú tronaste “con gran estruendo” desde los cielos y confundiste a sus enemigos. Me maravillo delante de Ti—eres verdaderamente el Señor que me ayuda (1 S 7:12).

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo el pueblo Te desechó como su rey y sobre la unción de Saúl como rey de Israel. Los ancianos de Israel vinieron ante Samuel en Ramá y se quejaron de que sus hijos, que él había nombrado como jueces, no andaban en los caminos de su padre. Dijeron: “Danos un rey que nos juzgue” (1 S 8:6). Su petición parecía sincera, pero sus corazones estaban llenos de rebelión (1 S 12:17). Dijiste a Samuel que el rechazo de sus hijos (y por ello, de Samuel mismo) fue en realidad un rechazo de Ti. Esto me enseña que si rechazo al líder que has puesto sobre mí, estaré rechazándote y cometiendo idolatría (1 S 8:7–8). Las intenciones verdaderas de los ancianos eran pecaminosas—en lugar de obedecer Tu mandato que Israel sea la sal y la luz de las naciones alrededor de ellos (v. Ex 19:6; Dt 4:5–8), querían ser “como todas las naciones” (1 S 8:5, 20). Esto me enseña que no debo resentir las distinciones que me separan de este mundo, sino aceptarlas y usarlas para alcanzar a los perdidos. Advertiste a Israel de las consecuencias de demandar un rey, pero ellos persistieron y les diste lo que querían. Elegiste a Saúl como el hombre que cumpliría con sus expectativas—un hombre cuyo aspecto era el de un rey. Pero, ¿tenía Saúl el carácter que correspondía con su aspecto magnífico? Solo el tiempo lo diría.

Reflexión

Los hijos de Samuel eran corruptos y cometió un error al nombrarlos jueces de Israel—pero una decisión errónea tomada por el hombre de Dios no me da permiso para rechazarlo como mi autoridad.

Petición

Padre, ayúdame a someterme a las autoridades que has puesto en mi vida. Dame un corazón que desee ser diferente del mundo y rechace conformarme a su sistema.

Agradecimiento

Gracias por poner señales de alerta en mi vida para que yo no me pierda en el pecado. Quiero escucharte; sería mucho mejor que yo te escuche a que Tú me escuches a mí (1 S 8:7).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Samuel 8:19; 10:24.