Querido Padre Celestial,

Alabanza

Eres un Dios que guarda Tus promesas. Diste a Israel toda la tierra que habías prometido a sus padres, y la poseyeron y vivieron en ella. También les diste descanso en cada lado. Ninguna de las buenas promesas que habías hecho a la casa de Israel falló — todas las promesas se cumplieron (Jos 21:43–45). ¡Qué maravilloso es servir a un Dios como Tú! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste de las ciudades de refugio y la heredad levítica de ciudades en todo Israel. Después de la repartición de la tierra, ordenaste que Josué nombrara las ciudades de refugio que habías descrito a Moisés (Nm 35:9–34). Estas seis ciudades ofrecían asilo a los que habían matado a alguien accidentalmente, y su ubicación en el norte, centro y sur en los dos lados del Jordán permitía fácil acceso a quienes necesitaban su protección. Esta provisión legal en casos de homicidio involuntario me da otra perspectiva de Tu carácter: (a) en Tu ley, importan las motivaciones e intenciones del corazón—un hombre sin odio en el corazón no debe sufrir el castigo como un asesino, (b) querías que Tu justicia estuviera disponible para todos sin importar su fondo o clase, y (c) toda vida humana Te pertenece a Ti—se puede tomar solo según Tus estipulaciones. A la menor de las tribus, los levitas, les fueron dadas ciudades y pastos exactamente cómo ordenaste por medio de Moisés (Nm 35:2–8). Hiciste eso intencionalmente para que los levitas, cuyas responsabilidades incluyeron enseñar y aconsejar a las otras tribus, no estuvieran lejos de cada israelita. Así proveyeron una influencia espiritual positiva sobre toda la nación. Esto me muestra cuán importante es que yo sea sal y luz en mi hogar, iglesia, comunidad, y nación. Como los levitas, debo estar animando a los que están alrededor de mí para que sean santos y dedicados a Ti.

Reflexión

Es fácil enfocarme en la tendencia de Israel de ser obstinado y rebelde e ignorar todas las ocasiones en que respondieron en simple obediencia. De buena gana nombraron seis ciudades de refugio y les dieron a los levitas ciudades de sus propios territorios. ¿Es mi vida caracterizada por ese tipo de obediencia rápida y gozosa?

Petición

Padre, ayúdame a obedecer la voz de Tu Espíritu Santo, y haz sensible mi oído a Su voz. Dame la gracia que necesito para agradarte en todo lo que hago (2 Co 5:9).

Agradecimiento

Gracias por recordarme hoy de mi llamamiento alto y santo— ¡quieres que yo viva una vida de buenas obras y santidad en medio de una generación malvada y perversa!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Josué 21:45.