Querido Padre Celestial,

Alabanza

Josué describió la tierra de Canaán como un regalo que le habías dado a Israel, pero Tu regalo exigió mucho trabajo, sacrificio, y aún la guerra. Esto me enseña que eres un Dios que me da lo que realmente necesito, en lugar de darme solo lo que quiero. Te adoro hoy como el Dios que está desarrollando mi carácter, el Dios que me ama tanto que no puede dejarme como ya estoy. Me llamas a “sufrir penalidades [contigo] como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Ti 2:3), y a crecer en la perseverancia y la santidad (2 P 1:5–10). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la repartición de Canaán entre las siete tribus que quedaban en Silo. Silo era parte del territorio efraimita, aproximadamente 32 kilómetros al noroeste de Gilgal, y lo habías elegido como el sitio en que pondrías Tu nombre y Tu morada (v. Dt 12:5). Silo se situó al centro de Canaán—era un lugar estratégico donde la presencia del Tabernáculo recordaría al pueblo que la clave de la prosperidad y la bendición era adorarte y servirte a Ti. Toda la congregación de Israel se juntó en Silo, y Josué reprochó a las siete tribus que quedaban y que no habían tomado medidas para poseer su territorio—“¿Hasta cuándo pospondrán el entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de sus padres, les ha dado?” (Jos 18:3). Cada día en que habían demorado se desperdició un día en que Te pudieran haber obedecido—un día en que sus enemigos podían fortalecerse. Es probable que su demora fuera debida a varias razones: (1) estaban cansados después de los años que ya habían pasado en vencer a los cananeos, (2) estaban acostumbrados a seguir a Josué y se mostraban reacios en tomar la iniciativa, (3) comprendían que tendrían que apartarse del grupo y luchar solo si querían poseer su tierra, y (4) creían que tenían mucho tiempo para obedecerte y una pequeña demora no causaría problema. Esto me enseña la importancia de no cansarme de hacer el bien, “pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos” (Gá 6:9). También me enseña que el carácter no se puede desarrollar hacia la madurez en un ambiente de grupo—cada persona se debe probar individualmente y demostrar que Te obedecerá a pesar de la dificultad y la adversidad.

Reflexión

El reproche que hizo Josué a las siete tribus toca mi corazón. ¿Doy excusas de no poder obedecerte o de cómo justifico una resistencia a hacer lo que me mandas?

Petición

Padre, ayúdame a superar mi tendencia a ser perezoso. Recuérdame que las pequeñas negligencias se acumulan con el tiempo—y al fin, me llevarán a la pobreza, la vergüenza y la ruina (Pr 24:30–34).

Agradecimiento

Gracias por esperar más de mí de lo que puedo hacer en mi propia fuerza. Estoy agradecido que me has llamado a hacerlo todo por Jesucristo que me fortalece (Fil 4:13).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Josué 19:50.