Querido Padre Celestial,

Alabanza

¡Hoy alabo Tu Nombre y reconozco Tu grandeza! Eres la Roca; Tus hechos son perfectos y todos Tus caminos son justos. Eres un Dios fiel que nunca hace mal; ¡eres justo y recto! El pecado Te duele y Te provoca, y traes desgracia a Tus enemigos; pero eres compasivo y misericordioso, y justificas a Tu pueblo cuando se humilla ante Ti. ¡Grande eres Tú, Señor, y muy digno de ser alabado!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste del Cántico de Moisés. Esta canción contrastó Tu fidelidad y amor fiel con la infidelidad y la perversidad de Tu pueblo. Se la diste como una profecía de lo que sucedería en los años venideros. Prosperarían al recibir Tus bendiciones, y cuando fueran ricos y tuvieran éxito, Te rechazarían para servir a otros dioses. Cuando muchas dificultades les sobrevinieran por su pecado, este canto serviría para confrontarlos; serviría como testigo de Tu fidelidad y su traición. Esto me enseña la importancia de los cantos como una ayuda para la memoria. Generalmente, los cantos se quedan en la memoria a lo largo de muchos años, y necesito usarlos para grabar Tu verdad en mi corazón y en mi mente (v. Col 3:16; Ef 5:18–19). En el mismo día en que Moisés enseñó Tu cántico a los israelitas, le ordenaste a él que se preparara para la muerte. Él proclamó una bendición profética sobre Israel antes de morir, y les instó a agradecerte por lo que habías hecho: “Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas” (Dt 33:29 RVR60). Tú llevaste a Moisés a las montañas de Moab y le mostraste la tierra prometida. Murió en ese lugar en Tus brazos, “y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara” (Dt 34:10).

Reflexión

Moisés dijo a los israelitas vez tras vez que solo Tú eres la fuente de vida y bendición. Cuán frecuentemente buscamos otras cosas: dinero, posesiones, carrera, o algún sueño. Pero solamente cuando busquemos primero Tu Reino, hallaremos riquezas verdaderas y satisfacción personal.

Petición

Padre, quiero que Tu cántico de verdad sea tocado en mi corazón. Ayúdame a poner mis ojos siempre en Jesús, dejando todo para enfocarme en la gloria de Tu Hijo precioso (He 12:2).

Agradecimiento

De verdad, no hay nadie como Ti, el Dios de Israel. Cabalgas sobre los cielos para mi ayuda, y sobre las nubes con Tu grandeza. Tú, el eterno Dios, eres mi refugio y acá abajo los brazos eternos (Dt 33:26–27). ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Deuteronomio 33:27.