Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy; eres un Dios fiel. Tu fidelidad se ve en Tu orden sobre el adulterio (Dt 22:22–24). Una vez que Te has comprometido en una relación, Te quedas fiel a Tu promesa. Te alabo porque “Tu misericordia, oh Señor, se extiende hasta los cielos, Tu fidelidad, hasta el firmamento” (Sal 36:5). ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste más sobre la segunda parte del segundo sermón de Moisés a los israelitas en las llanuras de Moab al fin de los 40 años de peregrinación. Moisés prosiguió a explicar Tus leyes del pacto en detalle para que el pueblo supiera cómo vivir una vida santa que Te agradara. Tus ciudades de refugio hicieron provisión para casos de homicidio involuntario; los inocentes de haber cometido un asesinato eran protegidos. En la misma ocasión, ordenaste que los asesinos fueran matados; “no tendrás piedad de él” (Dt 19:13). Esto me enseña que quieres que el pecador sea castigado y que el inocente sea protegido. Una sociedad justa tendrá cuidado de hacer ambas cosas. Tus instrucciones sobre cómo comportarse en guerra eran simples pero profundas; todo se basaba en esta verdad: “porque el Senor tu Dios es el que va con ustedes, para pelear por ustedes contra sus enemigos, para salvarlos” (Dt 20:4). Fue la verdad para ellos, ¡y actualmente es la verdad para mí! Muchas de Tus leyes me enseñan cómo amar a mi prójimo. Las leyes sobre cuidar de los animales de un prójimo (Dt 22:1–4) me enseñan que amar a mi prójimo significa que: (1) no ignoro la posibilidad de la destrucción o la pérdida de su propiedad privada, (2) cuido de su propiedad perdida hasta el momento en que se pueda devolver, (3) no lo ignoro cuando lo observo en dificultades con su vehículo (el asno) o su camión o tractor (el buey). La ley sobre hacer un muro a una azotea (Dt 22:8) me enseña que amar a mi prójimo quiere decir que: (a) estoy preocupado de su seguridad, (b) tomo medidas extras de precaución para protegerlo cuando está en o cerca de mi propiedad, y (c) tengo en cuenta su seguridad al diseñar mi propiedad. ¡Hay tantas aplicaciones prácticas en Tus leyes si tomo el tiempo para buscarlas!

Reflexión

Mandaste a los israelitas que no tomaran la madre de un nido de pájaros (Dt 22:6–7). ¿Soy un administrador sabio de los recursos naturales que me has dado?

Petición

Padre, dame perspicacia para entender Tu ley. Ayúdame a entender cómo Tus preceptos revelan Tu carácter, y dame la gracia que necesito para amar a mi prójimo como me amo a mí mismo.

Agradecimiento

Gracias por la sabiduría en Tu Palabra. “Tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros” (Sal 119:24).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Deuteronomio 20:19–20.