Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy porque eres el Dios del Jubileo. Cuando Jesucristo citó a Isaías, diciendo: “Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos…”, estaba hablando del año del Jubileo, el año en que se liberaban los esclavos y se disfrutaba la libertad (Lv 25:10). Te adoro como el Dios que me ha redimido de las cadenas del pecado, y exalto Tu Nombre, que es sobre todo nombre.

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre las instrucciones que diste a Moisés con respecto al aceite para las lámparas y el pan de la presencia. La luz y el pan eran símbolos de Jesús; Él dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8:12; 9:5), y “Soy el pan de la vida” (Jn 6:35, 48). Los que creen en Cristo participan en Su luz y Su provisión. También me contaste la historia de un hombre que blasfemó Tu Nombre y Te maldijo. El hombre era mitad egipcio y mitad israelita, y el pueblo no sabía qué hacer. Ordenaste que le apedrearan para demostrar cuánto se debe tomar en serio el mal uso de Tu Nombre. Tus declaraciones sobre el homicidio y la violencia (Lv 24:17–21) enseñan que el asalto es análogo a la blasfemia porque es ataque a la imagen de Dios en el hombre (los animales no fueron creados a Tu imagen; Lv 24:21). También aprendí sobre el año del Jubileo, que era un año cuyo propósito era dar nuevas oportunidades a los que habían caído en deuda o en pobreza. Enfatiza que toda cosa, especialmente la tierra, Te pertenece a Ti, y debemos tratar la tierra y a los demás de la manera que has mandado.

Reflexión

Dijiste al pueblo: “No te enseñorearás de él [otro israelita] con severidad, más bien, teme a tu Dios” (Lv 25:43). ¿Trato a los creyentes que están bajo mi autoridad con el respeto que merecen por ser Tus hijos? (v. Lv 25:55).

Petición

Padre, dame una corazón de amor para con mi prójimo, y ayúdame a tratar a los demás de la manera que yo querría que me trataran si yo estuviera en su lugar.

Agradecimiento

¡Gracias por la sangre redentora de Jesucristo, mi Salvador! Él “se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras” (Tit 2:14).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Levítico 24:16