Querido Padre Celestial,

Alabanza

Las fiestas anuales de Israel me enseñan tanto de cómo eres; quieres que yo celebre con gozo Tu bondad. A Ti Te encanta mi comunión con otros creyentes. ¡Te alabo hoy como el Dios de las fiestas! A Ti Te agrada cuándo Tu pueblo se reúne para descansar, relajarse, y recordar con agradecimiento todo lo que has hecho por ellos. ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre las ordenanzas para los sacerdotes y las siete fiestas anuales de Israel. Pusiste más restricciones en los sacerdotes, que en el resto del pueblo, por su servicio a Ti en el Tabernáculo. El sumo sacerdote tenía que seguir las ordenanzas más estrictas que todos por su único e íntimo acceso al Lugar Santísimo. Los grados de separación entre los israelitas (el pueblo, los sacerdotes, y el sumo sacerdote) correspondían a los grados de santidad en el Tabernáculo (el Atrio, el Lugar Santo, y el Lugar Santísimo). Esto me enseña que la santidad se define por cómo una persona o una cosa está en relación contigo; lo más cerca de Ti, lo más santo es, y se exige ser santo para evitar ser consumido por Tu santidad. En el caso de los sacerdotes, demostraste esta verdad al prohibir que cualquier persona con deformidad ofreciera sacrificios. No pretendía ser un insulto, sino que demostraba la necesidad de perfección para los que entraran en Tu presencia. Se cumple tal perfección completamente en la persona de Jesucristo, y por Él, ¡tengo acceso a Tu gloriosa presencia! Las fiestas anuales cumplían un gran papel en la cultura israelita; estableciste siete fiestas nacionales para recuerdo, celebración, comunión, y adoración. Estos días de fiestas eran muy diferentes de las celebraciones de las naciones de los alrededores. Eran ocasiones para honrarte, no para celebrar la corrupción moral. Esto me enseña que incluso las maneras en que descanso y me entretengo deben mostrar mi amor por Ti. También me muestra que aunque quieres reflexión y confesión, parece que a Ti Te gustan más las celebraciones (cinco fiestas de gozo en comparación con solo dos fiestas solemnes). ¡Quieres que yo sea gozoso! ¡Cuán maravilloso eres!

Reflexión

Pedro dice que yo soy parte de un santo sacerdocio espiritual que ofrece a Ti sacrificios espirituales por Jesucristo (1 P 2:5). ¿Tengo cuidado de vivir una vida santa, digna de este supremo llamamiento?

Petición

Padre, cuanto más aprendo de la santidad, lo que más anhelo es tener un corazón separado de todo pecado, completamente santificado a Ti. Llena mi vida hoy con Tu precioso Espíritu Santo; ayúdame a escuchar Su voz y seguir Su dirección.

Agradecimiento

¡Gracias por ser un Dios que anima nuestro descanso y relajación! Cada vez que celebro un día de fiesta, ¡consideraré las fiestas de Israel y recordaré que Tú eres el autor de celebración y festividad!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Levítico 22:32