Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy por Tu Hijo, Jesucristo; es el último sacrificio por el pecado. “Al entrar Cristo en el mundo, [dijo]: ‘Sacrificio y ofrenda no has querido, pero un cuerpo has preparado para Mí. Aquí estoy, yo he venido para hacer, oh Dios, tu voluntad.’ Por esa voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida una vez para siempre” (He 10:5–10).

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste acerca del Día de la Expiación. Su propósito fue limpiar el Tabernáculo de la contaminación ritual causada por el pecado e impureza del pueblo y expiar sus pecados: “Serán limpios de todos sus pecados delante del Señor” (Lv 16:30). El Día de la Expiación prefiguró la crucifixión. La muerte de Cristo en la cruz cumplió lo que no podía hacer la sangre de animales, y la eficacia de Su expiación quedó demostrada por el velo del templo que se rasgó en dos (Mt 27:51). Ahora tengo el privilegio de entrar en Tu presencia en cualquier momento (He 10:19ff.). La superioridad de Cristo sobre los sumo sacerdotes levíticos se ve en la ceremonia del Día de la Expiación: (1) ellos entraron en un tabernáculo terrenal; Él entró en los “lugares santos” celestiales, (2) ellos entraron por medio de la sangre de animales; Él entró por medio de Su propia sangre, (3) su entrada en el Lugar Santísimo fue repetida y breve; Cristo entró una vez para siempre y se quedó sentado a la derecha del Padre, (4) el resultado de su ofrenda era temporal (repetida cada año); Su ofrenda consiguió una redención eterna, (5) la sangre de sus ofrendas purificó solo lo exterior; la sangre de Cristo limpia y perfecciona la consciencia.

Reflexión

La verdad de que mi pecado exigió la vida del precioso Hijo de Dios me da en que pensar. ¿Vivo de una manera que honra Su sacrificio, o traen vergüenza mis acciones a Su nombre?

Petición

Ayúdame a “[mostrar] la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza”. Ayúdame a no ser “perezoso”; dame la habilidad de ser imitador “de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas” (He 6:11–12).

Agradecimiento

Gracias por el sacrificio una vez para siempre de Jesucristo. Se dio por mis pecados para librarme de este presente siglo malo, conforme a Tu voluntad (Gá 1:4).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Levítico 16:30