Querido Padre Celestial,

Alabanza

Hoy Te adoro como el Dios que sana; enviaste a Tu Hijo, Jesucristo, para sanar a los enfermos y limpiar a los leprosos (Lc 5:17). Jesús no pasaba por alto las leyes de Levítico, sino que les mandó a los que sanó que las observaran (Mt 8:4; Lc 17:14). Pero Jesús demostró que tenía más poder que cualquier enfermedad; vino para librarnos del pecado y todos sus efectos. ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste acerca de las leyes relacionadas a enfermedades de la piel y el moho. Estas leyes describían cómo obedecer a Levítico 10:10, “Hagan distinción entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio”. Eran parte del entrenamiento del pueblo, enseñándole cómo pensar en términos de lo que Te agradaba y lo que odiabas. En el mundo físico, ser sano significaba santidad y pureza. Por eso, el moho y las enfermedades de la piel, aunque no son intrínsecamente malos, representaban los pecados y sus efectos. Los que padecían tales enfermedades tenían que presentarse ante los sacerdotes para la inspección con la posibilidad de ser separados de sus familiares y amigos. Esto enseñó a Israel que la cosa más importante en sus vidas era la pureza del Tabernáculo y la santidad de la nación. Tu presencia con Israel dependía de que lo inmundo fuera separado del campamento (v. Nm 5:14), y no permitía que las inconveniencias personales arriesgaran el bienestar espiritual del pueblo.

Reflexión

Puedo imaginarme cómo sería para un israelita que se diera cuenta de que tuviera una enfermedad de la piel y debiera presentarse al sacerdote. ¿Estaría yo dispuesto a obedecer a Dios sabiendo que por hacerlo habría la posibilidad que me declarara inmundo y sea echado fuera del campamento para vivir solo?

Petición

PPadre, dame un corazón que respete la pureza del cuerpo de Cristo, la iglesia, más que nada. Ayúdame a no esconder ningún pecado en mi vida; ayúdame a confesar y dejar atrás cualquier cosa inmunda.

Agradecimiento

Gracias por proveerme una vía de escape del lodo del pecado a la luz admirable de Tu gracia. Como dijo Pablo: “En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó” (Ro 8:37).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Levítico 14:32