Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo por Tu Hijo, Jesucristo, que es mi gran Sumo Sacerdote. A principios de Su ministerio, Jesús citó a Isaías, diciendo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor” (Lc 4:17–19). Aleluya; ¡qué Salvador!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la consagración de Aarón y sus hijos, los primeros sacerdotes levíticos. En contraste con los ritos secretos de las religiones paganas de los alrededores, la consagración de Aarón y de sus hijos por Moisés se llevó a cabo ante todo el pueblo (Lv 8:3–5). La ceremonia comenzó con el lavado, significando regeneración y purificación. Luego fueron vestidos, simbolizando que Tú capacitas a los que has llamado a Tu servicio. Entonces Moisés ungió a Aarón con aceite sagrado, simbolizando el poder de la unción del Espíritu Santo que él necesitaría para cumplir su ministerio (v. Lc 4:18; Hch 10:38). Finalmente tres animales fueron sacrificados: un novillo como la ofrenda por el pecado, un macho como el holocausto y un macho como símbolo de consagración. Estos sacrificios simbolizaron la necesidad de la expiación del pecado y la consagración completa de sus vidas a Tu servicio. El periodo de ordenación duró siete días, el número de perfección. Durante esos siete días, y por cinco días después, cada tribu Te presentó una ofrenda. Todas las tribus ofrecieron la misma ofrenda para que todos compartieran igualmente el apoyo para el Tabernáculo y para el sacerdocio; ninguna tribu era preeminente y toda tribu tenía representación.

Reflexión

Los siete días de la ceremonia de consagración subrayan cuán serio es para Ti la consagración de Tus siervos al ministerio. ¿Tomo el tiempo diariamente para renovar mi dedicación a Ti?

Petición

Padre, pon aparte mi corazón y mi vida para Tu servicio. Ayúdame a vivir en cada momento bajo la influencia del Espíritu, y capacítame para cumplir las responsabilidades que me has dado.

Agradecimiento

Gracias por la promesa de que me puedes guardar irreprensible para la venida de Jesucristo; “Fiel es Aquel que (te) llama; el cual también lo hará” (1 Ts 5:23–24).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Levítico 8:12