Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy, porque eres un Dios de misericordia y perdón. David dijo: “Pues Tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que Te invocan… Pero Tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad” (Sal 86:5, 15). De verdad, “te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón,y glorificaré Tu nombre para siempre” (Sal 86:12). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste de una de las más grandes tragedias de la historia humana. Libraste a Israel de Egipto con Tu mano poderosa, y Tú personalmente descendiste sobre el Monte Sinaí para entrar en un pacto matrimonial con ella (Ez 16; Os 2). El mundo nunca había visto tal acto del amor divino. Pero Israel rápidamente se apartó de Tus mandatos, y cometió adulterio espiritual al adorar un becerro de oro. Tu ira ardió contra ellos, y quisiste destruir al pueblo; pero Moisés rogó que cambiaras Tu decisión y lo escuchaste. Tal es el espíritu de un hombre que haya pasado cuarenta días en Tu gloriosa presencia. Moisés descendió al campamento para enfrentarse al pueblo, y rompió las tablas del testimonio que Tú habías escrito con Tu propia mano. Qué imagen de cómo el pecado destruye lo más precioso, nuestra relación contigo. Moisés pidió la ayuda de los levitas para controlar al pueblo, y mataron aproximadamente 3.000 de los líderes de la rebelión. Después de castigar al pueblo, tomaste la iniciativa para renovar Tu pacto con Israel. Esto revela algo bello en Tu carácter: eres un Dios que ofrece nuevas oportunidades. Cuando Moisés descendió después de estar cuarenta días más contigo, su rostro resplandecía tanto que tenía que ponerse un velo. Si el primer pacto conllevaba tanta gloria, “¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu?” Por Cristo, yo también reflejo la gloria de Dios, y estoy siendo “transformado en la misma imagen de gloria en gloria” (2 Co 3:8, 18).

Reflexión

Si yo hubiera estado presente cuando Moisés gritó “¿Quién está por Jehová? Júntense conmigo”, ¿habría estado dispuesto a poner mi espada sobre el muslo y “matar cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente”?

Petición

Padre, ¡cuán grave y terrible es el pecado! Hoy ayúdame a estar “aborreciendo lo malo” y “aplicándome a lo bueno” (Ro 12:9). Abre mis ojos a la muerte y la destrucción que conlleva la desobediencia.

Agradecimiento

Gracias por Tu Hijo, Jesucristo; cuando me volví a Él, quitó el velo de mi corazón y me dio libertad por Su Espíritu Santo (2 Co 3:16–17). ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Éxodo 34:6–7