Querido Padre Celestial,

Alabanza

Hoy te alabo como el Dios que ha estado conmigo durante toda mi vida. Dijiste: “Aun hasta su vejez, Yo seré el mismo, y hasta sus años avanzados, Yo los sostendré. Yo lo he hecho, y Yo los cargaré; Yo los sostendré, y Yo los libraré” (Is 46:4). Cargaste a Abraham durante todos sus 175 años, y yo sé que también me sostendrás a mí.

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste de la muerte de Sara, el matrimonio de Isaac, el nacimiento de Esaú y Jacob, y la muerte de Abraham. Después de que Sara murió, Abraham compró una cueva de los hititas para sepultar a Sara. Aunque le habías prometido la tierra a Abraham, él ni la exigió de Efrón ni la tomó por la fuerza; pagó por la tumba con una gran cantidad de plata. Esta acción demostró su disposición para esperar tu agenda en la realización de tu promesa. Cuando ya era la hora en que Isaac debería haber sido casado, Abraham envió a su siervo para hallar una mujer de sus parientes. Insistió en que Isaac se quedara en la tierra prometida y no se casara con una mujer local. Esto reveló su fe en tu palabra; creyó que algún día destruirías a los cananeos y no quiso que su hijo se enredara con ellos. Te mostraste fiel al siervo de Abraham, y lo ayudaste a encontrar a Rebeca, la esposa que consolaría a Isaac después de la muerte de su madre. Isaac y Rebeca tenían problemas con infertilidad, como Abraham y Sara. Pero en vez de tomar el problema en sus propias manos, Isaac te llevó su problema, y permitiste que Rebeca concibiera a mellizos. Le dijiste que dos naciones estaban en su vientre, y que el mayor serviría al menor. Luego Pablo usó esa promesa como evidencia de que la verdad que tu promesa era para el Israel de la fe, en vez de ser para el Israel étnico (v. Ro 9:6–13). Abraham murió envejecido a la edad de 175 años; es un ejemplo inspirador de alguien que vivió por la fe y murió en la fe (He 11:13–16).

Reflexión

El siervo de Abraham no pidió alguna señal milagrosa para que lo ayudara a encontrar una mujer para Isaac. En vez de eso, pidió una señal que mostraría las siguientes características de Rebeca: la compasión, hospitalidad y una buena disposición a trabajar.

Petición

Padre, ayúdame a vivir, como Abraham, como un extranjero y exiliado en esta tierra. Mantén mi corazón enfocado en mi patria celestial; ojalá que tú nunca te avergüences ser llamado mi Dios.

Agradecimiento

Digo con el siervo de Abraham: “Bendito sea el Señor, Dios de mi señor Abraham, que no ha dejado de mostrar Su misericordia y Su fidelidad” (Gn 24:27). ¡Gracias por tu fidelidad para mí!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Génesis 25:8.