Querido Padre Celestial,

Alabanza

Te alabo hoy por ser el Creador del universo. Me maravillo que siempre te has existido; eres sin causa, eterno y transcendente. Creaste el mundo por tu Hijo, el Verbo (v. Jn 1:3; Col 1:16), y tu Espíritu Santo estaba presente, “se movía sobre la faz de las aguas” (Gn 1:2b). Regocijo en la creatividad y el poder revelados en cada día de la creación. Eres un Dios que lo sabe todo; ya sabías antes de la creación que la caída del hombre ocurriría y propuso mandar tu Hijo como sacrificio por “los pecados de todo el mundo” (Hch 2:22–23; 1 Jn 2:2).

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo por tu palabra el universo fue creado de la nada. Tu actividad creativa se llevó a cabo durante seis días de 24 horas y en lo séptimo, descansaste. Este ejemplo del trabajo y descanso debe ser el ejemplo que yo sigo (v. Ex 16; 20:8-11). Creaste a varón y hembra en tu imagen, y llegaron de ser el modelo de matrimonio. Desafortunadamente, la belleza de tu creación “muy buena” estuvo corrompida por dos caídas, la caída de Satanás y la caída del hombre. Por un hombre, Adán, el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte (Ro 5:12). En actualidad, el entero universo está sufriendo bajo los resultados del pecado del hombre (Ro 8:22).

Reflexión

La caída no es algún hecho tan lejos en lo pasado que no me afecta actualmente. Me afecta personalmente el pecado de Adán; me afecta físicamente, emocionalmente, mentalmente, y más que nada, espiritualmente. Como cristiano, estoy vivo en Cristo, pero debo vivir cada día bajo el control del Espíritu Santo para evitar ser vencido por el pecado.

Petición

Padre, quiero que este nuevo año sea un año de completa dependencia de ti. Sigue haciéndome conforme a la imagen de Tu Hijo, y ayúdame a “aplicarme a lo bueno” (Ro 12:9).

Agradecimiento

Gracias por revelarte en el mundo. Las cosas invisibles de ti, tu eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo. Te honro y doy gracias por tu bellísima creación, aunque manchada por el pecado, sigue proclamando tu majestad y gloria (Ro 1:19–21; Sal 19:1–6).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Génesis 3:21.